viernes, 30 de noviembre de 2007

martes, 27 de noviembre de 2007

Hojas en blanco-cuando empiezas de cero en otro lugar


Cuando era pequeña, con eso de 10, 11 años,
a mi me daba vergüenza entrar en un bar para pedir un vaso de agua si tenía sed;
siempre le pedía a mi hermano que entrara y lo pidiera por mi…
en mi casa se metían conmigo porque no me atrevía a entrar y pedirlo yo…

pues ya ves… pero estos días, he vuelto a tener de nuevo esa sensación…
sólo que ahora no pido agua, pido trabajo;
tengo casi 30 años en lugar de 10;

pero la vergüenza… es casi la misma…


me quedo un rato parada delante de la puerta del instituto o de la floristería (que de momento es donde busco trabajo)… y luego, un poco nerviosa, entro y me enfrento a la mirada extrañada de algún portero o de la dueña de alguna tienda…que, entienden a duras penas mi “itañolo” y que te miran con esa mezcla de: “tengo prisa…”, “ésta qué es lo que quiere…?”…y algunos, con un poco de simpatía, te dejan adivinar un destello de compasión en su mirada…

Hoy a la vuelta de un instituto donde, la verdad, me trataron bastante bien, me crucé con un pakistaní-indio-bengalés… (no lo puedo decir con mucha seguridad…); iba con una cesta en la mano llena de linternas, cintas para el móvil y cachivaches variopintos… en la espalda, llevaba una mochila.


Yo iba por la otra acera, pero por algún motivo, pensé lo cerca que estaba de él y lo lejos.


Estos días ando pensando en que no tengo oficio ni beneficio. En lo cómodo que se está cuando te acostumbras a un trabajo en el que terminas sabiendo cuál es tu sitio, tu obligación, incluso sabes que responder cuando te preguntan “a que te dedicas?” .. te guste más o menos.


Cuando da igual lo que hayas hecho antes, cuando no importa que en tu país trabajaras en esto o en aquello, mejor o peor… cuando de nuevo eres una hoja en blanco para el que te mira, cuando de nuevo nadie sabe nada sobre ti… a ratos, te notas los pies de barro. Porque parece que todo lo que creías ser ya no tuviera importancia para nadie, porque nadie lo sabe,… tú eres una hoja en blanco.

Y es entonces, cuando tienes esa sensación en los pies, cuando te sientes más cerca de todos aquellos que, llegados desde mucho más lejos, ( porque a esta isla también llegan pateras de África y gentes que vienen del Este y de Asia a buscarse la vida)… llegan aquí como hojas en blanco. Nadie sabe de sus sueños, de cómo fue su infancia en el lugar donde nacieron, de si en algún momento pudieron haber hecho cosas maravillosas con sus manos o con su mente, de si escriben poesía por la noche o si añoran a alguien que está lejos.

Ahora veo, que cuando llegas de lejos, y -de no tan lejos- , a empezar a buscarte la vida… eres una hoja en blanco.

Y eso que, al fin y al cabo, nada tienen que ver viajar y emigrar.
Nosotros aquí somos pseudo-extranjeros, de un país rico, conocido y que está de moda en Italia… y eso cambia mucho las cosas a nuestro favor, sobre todo cuando primero te han confundido con un rumano…y después les dices que no, que eres de España… y la cara, ya les cambia un poco. Y luego le dices que eres de Madrid, y todos contestan: “Ah! che bella!!”

Nuestra situación, por supuesto, es idílica; nosotros no hemos huido para alejarnos de la necesidad, de la falta de trabajo, de la falta de dinero para comer, para educar a los hijos…
Nosotros viajamos con un colchón, que se llama ahorros, que estamos dedicando a vivir esta experiencia: a viajar, a desprendernos, a aprender, a volver a empezar, a enfrentarnos a preguntas, a ver lugares hermosos, a conocer gentes…, a probar a hacer cosas diferentes en lugares diferentes…

Es cierto, que nuestra situación poco que tiene que ver con la del chico pakistaní-indio-bengalí (¿)…pero eso no lo sabe el que te mira como una hoja en blanco cuando te acercas a preguntar si buscan a alguien para trabajar. Nada sabe de mi, nada de lo que soy, de qué hago aquí, de por qué busco trabajo, de en qué he trabajado antes, o si escribo poesía por la noche…
Pero en casi todos los sitios donde he preguntado me encuentro algo que me lleva a esta reflexión: te miran un poco desde arriba, como si estuvieran situados un poco más alto que tú; como si ellos tuvieran lo que tu pides, como si ellos pertenecieran a un mundo del que tu eres sólo un invitado….

Y ahora me pregunto, si he podido mirar así…, al que vende CDs piratas en la calle Preciados, al camarero colombiano que trabaja en algún VIPs donde salía a comer en el trabajo, a la chica búlgara que pega carteles en la calle ofreciéndose para trabajar en el servicio domestico…


Si alguna vez pensé que eran invitados en mi tierra, si alguna vez les miré como si estuvieran un poco más abajo que yo, que tenía mi trabajo, mi estatus, mi coche, mi casa, mi puesto en el mundo....,


Si alguna vez has mirado así, imagina que tú también, en otro lugar, probases a ser una hoja en blanco…



Ivan y Adela








sábado, 17 de noviembre de 2007

Cuenta de Pérdidas y Ganancias

Si, “cuenta”.
Y sí,… de “Pérdidas y Ganancias”…

Pero cuenta… de “darse cuenta”.
Y Pérdidas y Ganancias… o Ganancias y Pérdidas… “de las que te das cuenta…”
Bueno, vamos a ver si me explico que, como dice Iván, me estoy liando la manta a la cabeza.

La cuestión es que, después de 3 meses y pico viviendo en la furgoneta, hemos decidido parar y buscar un lugar donde refugiarnos del invierno, de las pocas horas de luz y del tiempo, que, como es lógico, da muestras inequívocas de que el verano no llegará de nuevo hasta el año que viene.

Y resulta que el pararnos ha supuesto otro paso de este viaje, porque de pronto te das cuenta de algunas de las cosas que, normalmente, no te das cuenta, hasta que las ganas o las pierdes… al menos de vista…

Por ejemplo:
Tras este tiempo viviendo en la furgoneta nos hemos dado cuenta:
-de que habíamos perdido el calendario; se habían perdido los lunes por la mañana, los domingos por la tarde (… pensando en el lunes), los días laborables y las fiestas de guardar.




-habíamos perdido el despertador. Cuando ya entraba bastante luz por la ventanillas de la furgo… entonces era momento de levantarse… y por la noche cuando hacia frío, ya no había luz y estábamos cansados, era el momento de dormir…




-habíamos perdido el móvil; y por tanto la costumbre de pasar el día pendientes de él… para ver quien llama, para ver la hora, para ver si alguien se acuerda de ti o si ya sabes a que hora has quedado para ir a cenar el viernes. Todo este tiempo ha sido un tiempo sin citas, sin horas…




-habíamos perdido la tele! Y con ello habíamos ganado un montón de horas de charla y lectura que normalmente eran ocupadas por la Señora Televisión.




-habíamos perdido la nevera.. y por tanto la costumbre de comprar más de lo que puedes comer en 2 días.




-habíamos perdido el agua corriente, así, una de las “misiones” casi diarias de la vida en la furgo era encontrar fuentes. Y oye… nos estábamos haciendo unos expertos buscadores de agua…


Pues si, ya veis… resulta que de todo esto te das cuenta cuando, de nuevo, al encontrar una casa donde vivir y establecernos, han reaparecido de nuevo todas estas cosas: la televisión, el agua corriente, la posibilidad de una ducha siempre que quieras, la nevera,… el despertador.

Hemos tenido que perder por un tiempo todas estas cosas de la vida diaria, para darnos cuenta de que hemos ganado, por ejemplo:

-en capacidad de adaptación; cualquier cosa que se podía echar en falta de las comodidades de vivir en una casa ha sido superada e incluso relegada a la lista de “cosas que, en realidad, no hacen tanta falta”.




-hemos ganado muchos momentos de sol, tardes tranquilas de lecturas compartidas, reflexiones en voz alta y tiempo para hacernos preguntas.




-hemos ganado en ligereza; ahora tengo la certeza de que cuantas menos maletas mejor, en sentido real y figurado.




-hemos ganado la capacidad de volver a hacer una fiesta casi por cualquier cosa.

Y el haber encontrado una casa donde vivir y por tanto, parar un tiempo, ha supuesto también el re-encuentro con amigos que hacia meses que no veíamos:

Irene y Manolo volaron a Cagliari y recorrimos el sur de esta isla bonita: Porto Pino y su playa con dunas de arena blanca, San Antioco y el descubrimiento de cómo se hace el hilo de Bisso, la playa de Piscinas, la Isla del Pan de Zucchero…; fueron días que se hicieron cortos, intensos, para ponernos al día y para disfrutar juntos.


Autoretrato comiendo en Cagliari







Playa de Piscinas (Costa Verde)







Isla del Pan de Zucchero en Porto Flavia



Y un poquito después, llegó Mariangeles, a vivir con nosotros nuestra “mudanza” a la casa Lu Celvu, que es donde vivimos; llegó y nos bañamos en las playas de la Isla Sparggi, vino para ver los defines desde el velero de Michele, para conocer a la Nona... Vino para hacernos sentir de nuevo cerca de casa, traernos noticias, abrazos y besos de los que saben a gloria.

Siesta en Lu Celvu



La tarde de los delfines





Las playas de la Isla Sparggi









Comiendo al sol



En breve recibiremos algunas visitas más, mientras tanto, aquí en nuestra nueva casa, estamos felices, vemos las montañas y el mar está tan cerca que las gaviotas se ven de vez en cuando entre las vacas que viven aquí al lado.

Ah!!! Y tenemos un vecino muy especial, (además de los 2 perros y los 4 gatos de la casa…) vive, en el camino de tierra que lleva a Lu Celvu, el Señor Buffo: un buho del mismo color de las piedras donde vive, marrones y negras, que se esconde un poco, andando hacia atrás, cuando ve que te acercas y que si echa a volar…como dice Mariangeles esta un poco gordo, porque le cuesta esfuerzo levantar su cuerpo rechoncho con sus alas cortas.

Nosotros, mientras, seguimos haciendo nuestra cuenta de pérdidas y ganancias y nos acostumbramos, de nuevo, a estar quietos en un sitio…

Os mandamos un beso fuerte desde Cerdeña, la isla con forma de huella de pie.
Ivan y Adela

El Pirata Garrapata


Desgranando granadas